Antony no está esperando a ser grande para hacer algo. Ya lo está haciendo
Antony Lara es un joven activista en Sinaloa, quien surgió del programa de Líderes de SUMA I.A.P. para liderar e involucrarse en iniciativas culturales, sociales y ambientales para combatir la violencia.
Antony Lara Valdez nació en 2009, pero habla como si llevara toda una vida cuestionando su entorno, haciendo cambios, tratando de mejorar los espacios para que las demás personas tengan una vida en paz.
Es estudiante de la Preparatoria Rafael Buelna Tenorio, de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), y aspira a estudiar Ciencias Políticas en Sinaloa para escalar en un intercambio en la UNAM.
Pero más allá de los títulos, lo que lo define es su convicción: usar el arte, la voz y la acción para transformar su comunidad desde la raíz.
Desde su secundaria, la Técnica 85 –ubicada en una zona al sur de Culiacán, donde se tiene realidades complejas por distintas violencias–, Antony encontró en el activismo una vía para intervenir en los espacios donde la violencia y la indiferencia suelen hacer eco.
Ahí lideró un proyecto contra el bullying digital a través del programa de Líderes de SUMA Sociedad Unida I.A.P., enfrentando una cultura de acoso normalizada a través de redes sociales de compañeros y compañeras con cuentas en Instagram. “Quemados”, como se hacía llamar una de las páginas que exhibía y humillaba a estudiantes, fue su punto de partida.
Con su equipo, desarrolló una campaña de concientización y logró reducir estos ataques anónimos con charlas semanales sobre respeto y convivencia.
Su participación en Súmate por la Paz, el programa de formación para líderes juveniles organizado por SUMA, fue el detonante para que Antony se asumiera como un líder de paz.
“No somos activistas junior”, dice.
“Somos personas empoderadas que aprendimos a organizarnos, a trabajar en equipo y a compartir una visión colectiva”.
Esa visión de la que habla no se detiene en el aula. En su preparatoria lidera el taller de teatro y coordina actividades de activismo cultural con exposiciones y puestas en escena. También forma parte de ADIUAS (Atención a la diversidad Autonoma de Sinaloa), un programa de apoyo a jóvenes con discapacidad, donde funge como asesor par especializado.
El activismo de Antony también lucha por la naturaleza
“En mi casa decimos que hay que tener mucho amor y respeto hacia la naturaleza”, afirma.
Desde esa filosofía nació también su activismo ambiental, que lo llevó a vender plantas de su propio hogar en Expo Parques, un evento de la organización Parques Alegres I.A.P. para promover el cuidado ecológico.
Antony no es ajeno a los matices. Reconoce que en algún momento propuso ideas más radicales para combatir la violencia juvenil, pero hoy abraza la vía del arte y la educación como los caminos más duraderos.
Participó en dos paneles juveniles donde discutió, con otros jóvenes y periodistas, propuestas para atender los problemas estructurales de Sinaloa, como la violencia. Y aunque algunas de sus ideas no prosperaron, entendió que el cambio es colectivo y requiere constancia.
“Un mural no cambia todo, pero puede abrir la mente de quien está listo para ver”, dice, recordando parte de las acciones en las que ha participado como Líder de Paz. Y con esa metáfora resume su apuesta: tocar conciencias, sembrar preguntas, abrir espacios donde antes solo había silencio.
Ha sido partícipe los Sumafest 2024 y 2025, y en este último subió al escenario para representar a las y los líderes de paz. Tomó el micrófono literal y simbólicamente, consciente de que su voz encarna los anhelos de una generación que no quiere repetir la historia de violencia.
“Qué hermoso sería que estos valores de paz se expandieran por todo México”, expresa, diciéndolo con esperanza, pero también con la certeza de quien sabe que el cambio empieza desde uno, con una conversación, una obra, una planta o una palabra bien dicha.
#EmpiezoporMí
