Muchas y muchos niños y adolescentes enfrentan un trato hostil en la escuela; tú eliges entre participar y promover esa conducta, o bien, arropar a tus compañeros y compañeras.
El tono de piel, la estatura, la forma de hablar, permanecer callado o incluso hablar diferente; quien desea discriminar a otra persona no necesita un motivo, pero sí aliados que apoyen esa conducta. Tú tienes el poder de elegir entre participar en la discriminación o promover el respeto a todas las personas.
La Real Academia de la Lengua (RAE) otorga a la palabra discriminación el sinónimo de “exclusión”. Define que “es el trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etcétera”.
Profundizamos un poco más en el concepto de discriminación, entenderemos que esta se produce a partir de la ignorancia, el miedo y de la intolerancia; atentando en contra de los derechos fundamentales, negando oportunidades y derivando en actos de injusticia.
La discriminación se produce cuando una persona deja que sus prejuicios lo dominen al grado de asumir una actitud de rechazo en contra de una persona o un grupo de personas. Si bien todos tenemos algún tipo de prejuicio, no todos discriminamos, es decir, los prejuicios son opiniones o ideas, mientras que la discriminación implica una acción de rechazo con consecuencias directas y con el objetivo de perjudicar.
Los motivos de discriminación más comunes son el origen étnico o nacional, la lengua, la religión, el género, la orientación sexual, la edad, el aspecto físico, el nivel socioeconómico y las opiniones políticas.
En las escuelas ocurre algo a lo que se denomina “bullying” o acoso escolar, que básicamente se trata de discriminación. La persona agresora utiliza cualquier motivo para promover un trato hostil constante hacia un compañero o compañera: un rasgo o condición física, tono de voz, color de piel, e incluso aprovecha algún error cometido por la víctima para señalarlo de manera recurrente.
La discriminación en edades tempranas afecta de muchas maneras y a veces, incluso de por vida al modificar la autopercepción y la autoestima. Algunos niños y jóvenes pueden enfrentar además problemas graves debido a la discriminación escolar:
Además del daño emocional que provoca en las personas, la discriminación genera y fomenta la desigualdad, la exclusión de determinados grupos sociales y la marginación en la pobreza de comunidades enteras debido a la falta de oportunidades y a una percepción negativa de sí mismas.
Sin importar la causa, la discriminación se encuentra en múltiples acciones y existen niveles que van desde comentarios “sutilmente” ofensivos hacia una persona o un grupo, hasta los crímenes de odio. Es decir, los niveles de la discriminación están relacionados con los niveles de la violencia.
Es una forma de crear distancia física y psicológica con la persona discriminada para aislarla e invisibilizarla. Un ejemplo es: no querer hacer equipo para actividades escolares con una compañera por su color de piel, talla, estatura, o cualquier otro motivo discriminatorio.
Se trata de la afectación y limitación explícita a los derechos y oportunidades. Un ejemplo: negar a una adolescente embarazada el derecho de seguir asistiendo a la escuela.
Va desde pellizcos, empujones, hasta golpes o cualquier tipo de daño físico a una persona.
Este nivel de violencia física pone en peligro de manera intencional, la vida de la víctima. La discriminación se ha convertido en una justificación para hacer daño. Por ejemplo: herir gravemente a una compañera solo por usar símbolos de una religión o ideología diferente.
Por todo lo anterior, es importante emprender acciones para contrarrestar los procesos cognitivos “naturales” de discriminación, a fin de impedir que se conviertan en agresiones hacia otros.
Hay múltiples estrategias para sensibilizar a las y los niños y jóvenes contra cualquier tipo de discriminación ¿Cuál promoverás?
#EmpiezoporMí