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Iván Velazquez: 17 años de diseñar un modelo que empodera a adolescentes

A lo largo de casi dos décadas ha participado en la construcción de un modelo de intervención que permite a las adolescencias conocer su potencial y desarrollar su liderazgo, motivándolos a la construcción de paz.


A temprana edad, Iván Velázquez tenía clara su meta: convertirse en periodista, por lo que, antes de concluir sus estudios profesionales en la Escuela de Comunicación Social, ya había escrito en Noroeste y en revistas locales enfocadas al deporte, política, entre otros, lo que combinaba con una faceta de docente en secundarias y preparatorias donde impartía clases de español, filosofía, ética y metodología de la investigación. 


Al término de sus estudios conocería una pasión aún mayor: trabajar el liderazgo de adolescentes para la construcción de paz.


“Durante todo este trabajo previo me di cuenta de una faceta que me gustó mucho, trabajar con los adolescentes, trabajar en el mundo de la educación y parte de mi trabajo era abordar el tema de construcción de paz. Me apasionó mucho y me dediqué a eso durante cinco años. Me gradué, ya era subdirector de ese colegio y comencé a trabajar de lleno en la educación”.


Posteriormente, José Iván Velázquez Aréchiga se integró como periodista al proyecto La i del periódico El Debate, donde escribió, principalmente, acerca del trabajo de organizaciones de la sociedad civil. Así conoció la que ahora es su labor. 


“Duré casi un año en la cobertura de temas sociales y ahí cubrí a algunas instituciones de asistencia privada que ya operaban en ese entonces. Recuerdo que hice varios reportajes acerca de Proeduca, de niños con proyectos exitosos. Cubrí Fundación Ecoregión, que trataba temas de desarrollo sustentable, producción armónica de hortalizas y medio ambiente. De esa fundación comienzo a conocer a las personas que me invitan a ser parte de SUMA”. 


Encontró que integrantes del patronato de Fundación Ecoregión se mostraban interesados en formar un proyecto social enfocado a la cultura de paz y sana convivencia que permitiera la disminución de la cultura de la violencia. 


“Aún cuando no tenía mucha forma estaba muy marcado ese proyecto de comprometer a la ciudadanía en la construcción de paz, partiendo de la máxima de, si queremos transformar realmente a la comunidad, debemos transformar también nuestras acciones, nuestra manera de relacionarnos y no solo quedarnos en el nivel de exigencia a quienes tienen una función pública, sino cumplir nosotros también como ciudadanos en lo que nos corresponde”, comenta.


Luego de algunas entrevistas por parte de empresarios que integraban esa iniciativa fue invitado a participar en SUMA como responsable del área de comunicación. El proyecto era integrado por dos personas más, una de ellas en la dirección y la otra en administración.


 

Nace SUMA

Aunque no existía una metodología definida, Iván se integra a SUMA en 2007, cuyo objetivo era generar compromisos ciudadanos y un cambio en la manera en la que nos relacionamos, a través de la paz.


El primer desafío era la constitución de SUMA como IAP, lo que se logra en noviembre de ese año. A partir de entonces comienza la formulación de un modelo de intervención, inicialmente de manera breve para empresas, instituciones sociales y algunas escuelas a las que visitaban y a las que convocaban a firmar una carta-compromiso para acciones positivas desde su área de influencia.


Durante esas visitas a escuelas, los integrantes detectaron la importancia de priorizar a la niñez y a la adolescencia desde la parte formativa para ir sembrando una visión de cultura de paz e ir sembrando la idea de mejorar a la sociedad, a través de un cambio que empezará por uno mismo, asumiendo responsabilidades.


“Esto se fue transformando en lo que hoy es nuestro modelo de intervención, fomentar el liderazgo ciudadano, sobre todo de la niñez y la adolescencia, para que sean ellos quienes participen en la transformación de sus comunidades”, explica.


Durante los primeros años, SUMA ofreció servicio a escuelas, desde preescolares, hasta universidades.


“Hicimos muy buena relación con la autoridad educativa. Vimos que nos podíamos apoyar con la educación formal, haciendo equipo con los directivos en las escuelas, docentes. Hacíamos mucho clic en materias como formación cívica y ética; fuimos formando proyectos que ya pasaban de estas charlas que dábamos. Había niños, jóvenes que nos decían que querían hacer dibujos por la paz y compartirlos, que otros los vieran; así surgió nuestro proyecto de murales”, recuerda. 


 

Crece el modelo

Durante el trabajo con las escuelas fue enriqueciéndose el modelo de intervención, pues en algunos planteles hablaban de problemas con la recolección basura y emprendían jornadas de limpieza; en un jardín de niños comentaban que el principal problema era el conflicto vial a la hora de la salida, entonces se capacitaba a niñas y niños, y eran ellos mismos quienes salían a promover el orden.


“Entendimos que estas charlas para crear conciencia caían muy bien aderezadas con estos modelos de intervención. Decíamos a la ciudadanía que, si queríamos mejorar las cosas, necesitábamos dar un primer paso, realizar acciones y esto inspira y motiva a otros a cambiar su comportamiento”. 


“Nos dimos cuenta del gran poder que tenemos las personas, sobre todo la niñez y adolescencia, del poder transformador. De manera natural por su desarrollo los adolescentes y jóvenes retan el status quo, buscan formas creativas y novedosas de resolver problemáticas que les aquejan y a veces el entorno adulto que les rodea caemos en conformismo y apatía, y no damos el respaldo que necesitan para ejecutar estas ideas.

Así surgió la idea de enfocarnos a trabajar exclusivamente con adolescentes”. 


 

Empoderar a adolescentes.

Fue en 2015 y 2016 que SUMA comenzó a perfilar sus modelos de intervención hacia el empoderamiento de las y los adolescentes. Recibió capacitación dentro y fuera de la entidad en temas de psicología y trabajo con el público al que proyectaba dirigirse.


“Encontramos que había muchos proyectos enfocados en la niñez, otros a trabajar con adultos o jóvenes adultos que ya trabajan, manejan un auto y que ya tenían otras responsabilidades, pero el público adolescente, que ya no es un niño, que ya tiene más de 12 años, pero tampoco es un joven que sale de antro, o que combina el estudio y el trabajo, sino que tiene entre 12 y 15 años, no estaba siendo atendido por programas sociales, o muy poco atendido en comparación al volumen. También vimos que era una población en riesgo de ser coptada por la violencia”, comenta Iván.


Durante las capacitaciones previas, Iván encontró un dato que lo impresionó y motivó a fortalecer este nuevo modelo de intervención. A nivel nacional, más del 40% de jóvenes que ya han tenido un conflicto con la ley, tuvo un problema que los llevó abandonar la escuela o el hogar antes de los 14 años. 


“Cuando me entero de esta estadística, pienso, qué sucede con el entorno de esa población. Escuela, hogar, que debieran ser espacios seguros, donde se sientan acompañados, arropados, motivados, les da la espalda, o al menos así lo perciben y se van de la escuela o del hogar. Ese gran volumen de adolescentes está en riesgo de ser coptado por la delincuencia, las adicciones y un gran espiral que los lleve a resultados que pueden ser caóticos para ellos”.


A ese dato se sumarían estadísticas locales similares. Un estudio realizado en el centro penitenciario de Culiacán hablaba acerca de presos por delitos graves, entre ellos el homicidio, que abandonaron sus estudios en edad adolescente. 


“Pensamos: algo sucede entre los 12 y los 15 años, que hace que algunos jóvenes se salgan de la escuela, abandonen su hogar, comienzan actividades ilícitas y se relacionen con personas nocivas para su sano desarrollo, o que comience el tema del consumo de drogas y varios factores adversos que influyen para que no puedan desarrollarse sanamente las personas y, con ello, las comunidades. Vimos focos rojos y quisimos enfocarnos en eso”.


SUMA eligió 8 secundarias de diferentes colonias de Culiacán con esas características y puso en práctica el modelo de intervención, mismo que fue bien recibido por las y los adolescentes, los directivos, docentes y autoridades de la SEPyC. 


 

Para 2017, 200 mil personas atendidas.

Para la primera década de SUMA, indica Iván, ya se había trabajado con más de 200 mil personas de manera directa: con proyectos con vecinos en colonias, o proyectos con instancias de gobierno, empresas, o escuelas. 


 

Modelo de murales combina con otros proyectos

“Nos dimos cuenta de que a las y los adolescentes les hace falta un espacio, herramientas, metodologías para comunicar cómo se sienten, qué les duele, qué les inspira y qué les motiva. En el arte urbano encontramos una herramienta ideal para que eso suceda”.


Así SUMA exploró con mayor fuerza la integración de murales a su modelo de intervención, lo que permitió construir un modelo como el actual, que combina la parte teórica en una parte formativa con toda la comunidad.


“La elaboración de proyectos de intervención comunitaria con la fase de Líderes de Paz, nos permite profundizar con los chicos y de manera intermedia está la elaboración de murales, ahora de la mano de artistas profesionales que brindan un taller y tienen una metodología para que participen los jóvenes y adolescentes. Este modelo lo lanzamos en 2018 y es el que hemos ido trabajando y puliendo hasta la fecha”.


 

La pandemia, un gran reto en 2020 

En 2020, ya con el modelo diseñado en las escuelas, llega la pandemia lo que puso a prueba el modelo de intervención, al verse obligado a una adaptación al modelo educativo virtual. 


“Hicimos nuestro taller en línea con sesiones en zoom, nos coordinamos con las escuelas y realizamos muchos productos digitales: videos, trivias en línea, dábamos premios. Fueron prácticamente dos años con el modelo educativo así. Generamos la confianza de las autoridades educativas, vieron que SUMA innovó”.


La pandemia trajo otro desafío, el presupuestal, pues las empresas donantes también enfrentarban retos por la contingencia. De manera que el equipo pasó de seis integrantes en los años previos a tres con la responsabilidad de adaptar el modelo de intervención a distancia, sin parar operaciones.


“Ese reto nos llevó a demostrarnos a nosotros mismos que tenemos una gran capacidad profesional, de creatividad para hacer las cosas, y de tenacidad y arrojo para hablar a los directivos lo que SUMA puede lograr”.


 

Secundarias en Culiacán y Navolato 

Actualmente atendemos a 119 escuelas, representa poco más de 45 mil alumnos y alumnas de secundaria. 

“Hemos trabajado con 58 escuelas, faltan 61, que representan la menor población. Algunas se encuentran en zona rural, otras pocas en zona urbana. La meta es una cobertura del 100%. Hemos trabajado con aproximadamente el 60 por ciento de la matrícula escolar del nivel secundaria en Culiacán”.


 

¡SUMAFEST, un gran logro!

SUMAFEST 2023 fue un gran logro. Representa la culminación de todo un periodo para la primera generación de Líderes de Paz que permite inspirar a otros jóvenes. 

 

“A partir de ese evento tenemos mucho mayor aceptación en las escuelas, los chicos quieren pisar también un escenario y presentar sus logros. Un éxito que no es tan visible como un evento y que considero un éxito es el profesionalismo del equipo (que) ha logrado un modelo de intervención muy profesional, que da un seguimiento puntual al trabajo de los chicos, documentamos todo. Es un modelo de intervención propia que nos ha llevado 17 años. Ha sido paulatino, paso a paso, todas las personas, incluso quienes ya no están en SUMA, han aportado al modelo”.


 

Metas

SUMA, indica Iván, tiene como meta principal la cobertura total de la matrícula de adolescentes en secundaria y se proyecta llegar a más municipios con apoyo de la Secretaría de Educación Pública y Cultura.


“Queremos generar muchos murales por la paz, no solamente en escuelas, también en empresas, espacios públicos. Creemos que es una gran herramienta de pacificación”. 


Además, indica, SUMA busca la forma de trabajar con jóvenes de preparatoria, es decir, Líderes de Paz egresados de secundaria, ahora en preparatoria, y que una vez en universidad puedan sumarse como voluntarios, a fin de tener presencia en la vida de los jóvenes por un periodo de 8 a 10 años.


“Creemos que un joven que pueda vivir la experiencia SUMA por 8 años, puede transformar su realidad y la de su comunidad”, comenta.