Dos murales cuentan ahora la historia de Culiacancito, desde la presencia indígena, su cultura, las raíces, hasta el desarrollo tecnológico con la llegada del ferrocarril. Es un proyecto con el que se busca hacer comunidad y memoria histórica.
Ahora, las paredes de la Escuela Secundaria I.B.Q., Rodrigo Rafael Vega Zazueta, en Culiacancito, tienen voz. Una voz colorida, tejida con pinceles, memoria colectiva y orgullo comunitario.
Se trata de dos murales de gran formato que dan la bienvenida a quienes caminan y pasan por la cabecera de la sindicatura: uno mira hacia la comunidad; el otro, hacia la carretera. Ambos fueron pintados por los artistas urbanos SADR y Gustavo Leal, en colaboración con los estudiantes Jesús Israel, Alexia Jamileth y Santiago, quienes no solo prestaron sus manos, sino también sus ideas.
El proyecto, impulsado por SUMA Sociedad Unida IAP, busca más que adornar bardas: propone que las juventudes se reconozcan como parte viva de su historia.
“Que aprendan a conectarse con su comunidad, con su pasado y también con su futuro”, dice Iván Velázquez, director de SUMA.
En el mural de SADR, la danza del venado salta entre árboles regionales, rodeado de agricultura y símbolos de la cosmovisión yoreme. Todo surgió de una charla informal: “Hicimos lluvia de ideas, hablamos de bosques, animales, tradiciones… y así fue tomando forma”, cuenta el artista.
Del otro lado, Gustavo Leal pintó una narrativa más extensa. Inspirado en los relatos del cronista Erasmo Beltrán Rojas. Su obra retrata el origen indígena de la sindicatura, el paso de la colonia, la lucha en el campo y la llegada de nuevos saberes agrícolas. También, entre los colores, aparece una figura icónica: la del ex futbolista mundialista Jared Borgetti, el “Zorro de Culiacancito”.
“No fue fácil. Hubo varios obstáculos, pero la comunidad estuvo ahí, opinando, sugiriendo, atenta al proceso. Eso lo hizo posible”, recuerda Leal.
Dentro de los elementos del mural histórico también se encuentra el ferrocarril, que impulsó el desarrollo de la capital sinaloense y un recordatorio clave de la historia: Culiacancito proviene de la palabra náhuatl “Colhuacanzinco”, que quiere decir “Culiacán Chico”.
Ambos murales son el resultado de la sinergia entre SUMA y las autoridades escolares de la Escuela Secundaria I.B.Q., Rodrigo Rafael Vega Zazueta, como la maestra y diseñadora Dinorah Chiquete, el maestro Francisco Javier Chiquete y la directora Citlalli Grijalva Jiménez.
“Es un mural histórico que se trabajó por más de un año con la maestra Dinorah, quien leyó la crónica que hizo el señor Erasmo. Se trabajó en consejos técnicos escolares para trabajar el regreso a la comunidad, en la importancia de las raíces, del sentido de pertenencia”, explica la directora Citlalli.
Estas obras son más que murales, son memoria viva. Didácticos, simbólicos, orgullosamente locales. Una forma de enseñarle a la niñez y juventud de Culiacancito que su historia merece ser contada.