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El suicidio se ha convertido en un fenómeno alarmante entre las adolescencias y juventudes en México, revelando una crisis de salud mental que exige nuestra atención inmediata. 

 

Con cifras en aumento, el suicidio no solo afecta a los individuos y sus familias, sino que también repercute en la sociedad en su conjunto. A partir de los datos proporcionados por el Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), se evidencia que este problema merece un enfoque urgente y comprometido.

 

De acuerdo con SIPINNA, el suicidio es una de las principales causas de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años en México. En 2019, se registraron alrededor de 2.000 muertes por suicidio en jóvenes, lo que representa una tasa de 6,8 por cada 100.000 habitantes. Este fenómeno no discrimina, pero las estadísticas muestran que el 80% de las víctimas son hombres. Sin embargo, es importante resaltar que el número de muertes por suicidio en mujeres ha ido en aumento, lo que indica que el problema afecta a todos los géneros de diversas maneras.

 

Dentro de esta crisis, se destaca el hecho de que el suicidio no solo ocurre en la adolescencia tardía, sino que también se han documentado casos de alarma de suicidio en niños y preadolescentes. Esto pone de manifiesto la necesidad de abordar el bienestar emocional y psicológico desde una edad temprana.

 

 

Factores causantes

Los factores que pueden llevar a un joven a considerar el suicidio son diversos y, a menudo, interrelacionados. Entre ellos se encuentran:

 

  • Problemas de salud mental:

La depresión y la ansiedad son trastornos comunes en la adolescencia, y ambos están muy ligados al riesgo de suicidio. Muchos jóvenes no reciben el tratamiento necesario, lo que agrava sus problemas.

 

  • Entorno violento: 

La violencia en el hogar o el acoso en la escuela puede generar un profundo sentimiento de desesperanza y aislamiento, factores que aumentan el riesgo de suicidio.

 

  • Uso de sustancias:

El abuso de drogas y alcohol no solo afecta la salud física, sino que también puede llevar a la impulsividad ya una mayor propensión al suicidio.

 

  • Falta de apoyo social:

La soledad y la sensación de no tener a alguien en quien confiar son condiciones comunes que se presentan en jóvenes que han intentado o consumado el suicidio.

 

 

Acciones para mitigar el problema

A pesar de la gravedad de la situación, es posible tomar acciones para mitigar este problema. Algunas estrategias efectivas incluyen:

 

  • Educación en salud mental:

Es fundamental implementar programas en escuelas que eduquen a los jóvenes sobre bienestar emocional y la importancia de buscar ayuda cuando sea necesario.

 

  • Fomento de la comunicación abierta:

Las familias y educadores deben crear un ambiente seguro donde los jóvenes se sientan cómodos expresando sus sentimientos sin miedo a ser juzgados.

 

  • Acceso a servicios de salud mental:

Aumentar la disponibilidad de recursos de salud mental y garantizar que sean accesibles para las y los jóvenes es crucial. Esto incluye terapia, grupos de apoyo y líneas de ayuda.

 

  • Desarrollo de habilidades de afrontamiento:

Enseñar a los jóvenes a manejar el estrés y la ansiedad mediante técnicas de afrontamiento puede disminuir el riesgo de suicidio y mejorar su calidad de vida.

 

 

El suicidio en adolescentes y jóvenes es una realidad que exige nuestra atención y acción colectiva. Aunque las estadísticas son desgarradoras, hay esperanza. La inversión en educación, comunicación y recursos accesibles puede marcar una diferencia significativa en la vida de tantos.

Es hora de actuar y crear un entorno donde cada joven se sienta valorado, escuchado y apoyado, para que podamos juntos combatir esta crisis silenciosa y ofrecer un futuro más brillante y saludable.

 

 

Empiezo por Mí..!